Juan Chelemín: diaguita que dirigió la lucha en los valles calchaquíes



HISTORIA DE CATAMARCA
Juan Chelemin, Cacique y líder de la revuelta Calchaquí

En el año 1627, Felipe de Albornoz es designado gobernador español de Tucumán, de torpe proceder, cuenta Pedro Lozano que cuando los nativos bajaron a darles bienvenida, dispuso que los azotaran y cortaran el pelo, "agravio mayor que se podía hacer a gente altiva, que volvieron despechados y resueltos a vengarse a cualquier precio". Esto, unido a la dureza del trato de los encomenderos, desencadenará el "Gran Alzamiento" de los calchaquíes en el año 1630. El líder era el curaca Chalimín.

Chalimín produce la convocatoria enviando la flecha de la alianza, a los curacas de distintas parcialidades, entre ellas a los Aconquijas, Pipanacos, Andalgalenses, Fiambalaos, Paccipas, Paciocas, Abaucanes, Malfines, Colpes, Capayanes, Famatinas, Atiles y Guandacoles.

Los Pulares de Salta que ocupaban desde las sierras de Cachi hasta la quebrada de Escolpe, no intervinieron. Se declararon vasallos del Rey permitiendo que en sus tierras se asentaran estancias españolas, este acto es un ejemplo más de como los conflictos entre los nativos, permitieron al español la conquista y el sometimiento.

Expediciones españolas salieron en busca de las parcialidades sublevadas, pero no podían impedir el dominio del ámbito del valle, de Chalimín y otros jefes indígenas como Don Pedro Colea, Pedro Chumay, Coronilla y Ultimpa.

Durante siete años, los diaguitas dominaron un gran sector de Noroeste, comprendiendo partes de las provincias de Catamarca, Tucumán y Salta, con base en el valle de Hualfin en Catamarca. Los indios de las encomiendas se sublevaban, Chalimín invade Tucumán y sitia Londres y La Rioja. Desde Londres a La Rioja se le unen grupos de distintas parcialidades, arrasando y saqueando haciendas, templos, capillas y todo lo perteneciente al español.
Los Jesuitas impotentes por este alzamiento, abandonaron los valles donde tenían sus misiones.

En pleno alzamiento el Fray Antonio Torino de la misión de los Atiles de La Rioja, fue sacrificado por los indios, colgándolo de un algarrobo y descuartizándolo vivo, recogiendo la sangre para sus supersticiones. Lo mismo ocurre con el Fray Pablo Valero, en un árbol de Capayán despojado de sus hábitos y asesinado a flechazos.

Los españoles, contaban con ciudades claves como Salta, Santiago de Estero, La Rioja y Tucumán, además de muy buenas caballadas por la excelente producción ganadera. El coronel Cabrera comandaba las fuerzas para repeler el alzamiento.

Cabrera deja La Rioja atacando a los naturales, y ejecutando a los caciques que iba tomando prisioneros, entre ellos el cacique Coronilla, quien fue descuartizado por cuatro caballos en Famatina.

Cruza por la quebrada de Pomán para entrar en tierras de los Capayanes donde los vence. Más tarde para frenar el ímpetu de los Abaucanes que bajaban aprovechando el río homónimo funda el Fuerte del Pantano en el año 1632, en las márgenes del río Colorado.

Cabrera sigue obteniendo triunfos, y regresa a Londres de Pomán, en las estribaciones de la sierra del Ambato, allí luego de ser apresado por Pedro Ramírez de Contreras, Chalimín fue descuartizado en el año 1637.

Su cabeza y miembros fueron llevados por todo el territorio, para doblegar el ánimo del indígena. A partir de aquí para los españoles todo comenzaría ser un poco más fácil, pero no del todo, pues seguiría la lucha con otras parcialidades de los valles encabezadas por el falso Inca Pedro Bohórquez, y por los indios Quilmes.

El siguiente Romance relata el "Gran Alzamiento":

"La cuestión es que los partes
que van por llanos y cerros
llevan la voz de la injuria
a los jefes de más lejos.
Juan de Chelemín se entera
convocando a sus guerreros;
de él oyen todas las tribus
el clamor de sus ancestros.
De Hualfin a Malpachisco
corren mensajes funestos
y los indios Calchaquíes
salen como un hormiguero.
Van a la estancia de Acsibi
que es un pueblito frontero,
juntan a todos sus hombres,
se los pasan a degüello
(allí muere un franciscano
mientras rezaba por ellos),
apresan cuatro cautivas
y huyen como bandoleros.
Así principió la guerra
llamada el Gran Alzamiento;
guerra dura si las hubo,
guerra sin cuartel ni cuento
que a lo largo de seis años
por los valles y los cerros
dejó la tierra sembrada
de oriundos y forasteros".


Espantosa la ejecución del cacique, con la misma pena que luego habrían de imponer a Túpac Amaru. El siguiente Romance lo describe:




"Tres años más adelante
y en golpe de sorpresa
Chelemín cae en las manos
de Ramírez de Contreras.
Este no es menos terrible
de lo que el cacique fuera
y se aviene a dar ejemplo
de su rigor sin paciencia:
A cuatro potros piafantes
le hace atar brazos y piernas.
Cuatro jinetes dolidos
espoleaban a las bestias.
Así muere en el tormento
quien tantos tormentos diera;


descuartizado lo mismo
que las partes de su tierra.
Sin este aguerrido jefe
los nativos se dispersan;
los españoles se juntan
y a sus hogares regresan.
"La guerra ya ha terminado",
grita Francisco de Nieva
que corriendo a los infieles
hasta Fiambalá se llega.
Parece que ha terminado
mas no termina de veras,
pues dos décadas después
los barullos recomienzan"
.




Elegía a Juan Chelemin (retumbo)
Por Roberto Arnoldo Cecenarro


Se escapo herido de las páginas de un libro lleno de recuerdos, viejo y amarillo;
Que escribió con sangre y olvido, el invasor entre historias y leyendas como un rayo atronador.
Por la cordillera es un grito de la guerra inaugura un trueno, que estalla y se quiebra.
Cuando irrumpe en flechas y alaridos, un temporal se levanta entre sus muertos y es un látigo al sonar.

¡Juan! Juan de los martirios todo un símbolo, sos un lirio, de esta América del Sur;
¡Chelimin! Entre el cardo y el jazmín simbiosis de realidades entre mitos y verdades.
Cabalgando el zonda sos la piedra de una honda aliento de fuego, que cae de ronda por las noches vuelve, en emboscada y pesadilla presagiando tempestad, en el viento es jarilla.
Tigre de los andes como reguero se expande toda el alborada mártir de su sangre se volvió un rumbo de cardones y de espinas;Desgarrado de entre los churquis, tu fantasía aun camina.



Fuentes consultadas:


Libro: “Historia de Andalgala”, de Patricia Álvarez de Figueroa, Editorial Sarquis.


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