Oda primaveral


Por Luis L. Franco

Las golondrinas llegan. Oh, el retorno solubre y fragante de la primavera que cubre los cercos familiares con las rosas de Octubre!

Belén, yo quiero ahora celebrarte en mi canto, dulce aldea que tienes tanto del Belén santo en tus olivos graves y en el sencillo encanto del rebaño de ovejas que retorna paciente, de las buenas mujeres que van hacia la fuente, mientras la esquila tañe evangélicamente.

Y, asimismo recuerdas con tu amable sosiego, tus viñas, tus higueras, tus cigarras de fuego, tú azul cercano y puro, tanto del suelo griego.

En todos tus rincones: La Banda y La Cañada, Huaco y Altoverde, como alegre alborada, pintan los durazneros su floración rosada.

Por este callejón donde voy de paseo oigo fraterno el grito jovial del benteveo y me llega hasta el alma el olor del poleo.

Y tiene la muchacha que se cruza a mi vera y que viste de rosa como la primavera, la discreta humildad de una flor que se abriera.

En busca de semilla de alfalfa y mostaza, venida de los campos profundos, la torcaza ya en los potreros verdes ofrece buena caza.

Y silba en los rastrojos, oculta, la perdiz. Y animado sus bueyes, el labrador feliz abre de sol a sol, los surcos del maíz.

La viña que la poda mutilara, destila gota a gota su llanto, y en sus gajos, tranquila, llora con esas lagrimas su compunción la urpila.

El ocaso se abisma. Un álamo distante se recorta en el fondo. El ciclo en este instante adquiere una profunda limpidez de diamante.

Y en el vasto silencio, desde el cañaveral, maravillosamente da su trino el zorzal.
(Tres martillazos sobre un yunque de crista`….)
Fuente: “Autonomía Catamarqueña”, De Manuel Soria y Antonio Larrouy, Pág. 145

Publicado en el suplemento #laotracatamarca de diciembre, N° 42, página  9

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